Fatiga crónica y fibromialgia
La fatiga crónica y la fibromialgia son trastornos de salud crónicos. La fatiga crónica se caracteriza por una extrema fatiga persistente, mientras que la fibromialgia se manifiesta con dolor muscular y sensibilidad en múltiples áreas del cuerpo.
Fatiga crónica y fibromialgia
El síndrome de fatiga crónica se caracteriza por la existencia, durante 6 meses o más de fatiga grave y debilitante, acompañada a menudo por mialgia, cefaleas, faringitis, febrícula, síntomas cognitivos y gastrointestinales, además de dolor en los ganglios linfáticos.
La prevalencia de este síndrome en edad adulta oscila entre 2,8 %. Las mujeres tienen una probabilidad de estar afectadas al menos dos veces mayor que la de los varones. La fatiga, el síntoma más evidente, se caracteriza por un intenso agotamiento mental y físico, suficiente para provocar una reducción del 50% en las actividades.
Hasta el 80% de los pacientes cumple los criterios para el diagnóstico de depresión mayor. La relación es tan intensa que muchos psiquiatras creen que todos los casos de este síndrome son en verdad trastornos depresivos, a pesar de que muchos pacientes no manifiestan nunca sentimientos de culpa, falta de energía, y pérdida de interés por actividades cotidianas; además en la vida de estos pacientes no han ocurrido acontecimientos estresantes que pudieran explicar la precipitación del episodio depresivo.
La fibromialgia se caracteriza por dolor y rigidez de los tejidos blandos, como los músculos, los ligamentos y los tendones. Las áreas localizadas de mayor sensibilidad al dolor se conocen como “puntos gatillo”. Las áreas cervical y dorsal a menudo son las más afectadas, aunque el dolor puede localizarse en los brazos, los hombros, la zona lumbar o las piernas.
Existe una concurrencia y una comorbilidad significativa entre los pacientes con fibromialgia y con otros trastornos psiquiátricos, como la depresión, ataques de pánico, ansiedad y trastorno de estrés postraumático. La fibromialgia a menudo está presente en el síndrome de fatiga crónica y los trastornos depresivos. El inicio de la comorbilidad psiquiátrica la mayoría de las veces tiene lugar más de un año antes del inicio de la fibromialgia.
Existe también una comorbilidad significativa entre los pacientes con fibromialgia y trastornos reumatológicos, como artritis reumatoide, lupus sistémico y otros. La fibromialgia afecta comúnmente a un mayor número de mujeres que de hombres, y aunque la etiología no está clara, suele venir precipitada por estrés, que provoca espasmos arteriales localizados que interfieren con la perfusión de oxígeno en las zonas afectadas.
No existe un tratamiento estándar para todos los pacientes y éste debe adecuarse a cada paciente según sus características. El fin del tratamiento es tratar de controlar los síntomas que acompañan a la enfermedad (dolor osteomuscular, cansancio...) procurando evitar los efectos secundarios de la medicación que a menudo padecen los pacientes con fibromialgia.
Es necesario evitar los factores que agravan los síntomas adecuando los hábitos de vida y costumbres a las limitaciones que pueda producir el dolor y el cansancio. Es conveniente procurar conseguir un cambio de mentalidad, tanto en el enfermo como en los que le rodean, buscando un ambiente familiar relajado y libre de exigencias constantes.
De todas las medidas que se han empleado en el tratamiento de la fibromialgia, el ejercicio físico y una adecuada fortaleza muscular son sin duda las más eficaces. Los masajes, los ejercicios de estiramiento muscular, el calor local y algunos tipos de electroterapia ("corrientes"), pueden ser eficaces de forma secundaria. Los calmantes o analgésicos pueden ayudar de forma puntual. Hay un grupo de medicamentos, que actúan entre otros mecanismos de acción, aumentando los niveles de serotonina, y que mejoran los síntomas en un buen número de enfermos.