Trastorno bipolar
El trastorno bipolar es una condición mental que provoca cambios extremos en el estado de ánimo, alternando entre episodios de manía (euforia) y depresión profunda. Estas oscilaciones pueden influir significativamente en la rutina cotidiana y las interacciones sociales.
Trastorno bipolar
Los pacientes con trastorno bipolar son diagnosticados cuando suceden tanto episodios depresivos como episodios maníacos. Los criterios para el diagnóstico requieren de la presencia de un periodo diferenciado de estado de ánimo anormal que dure al menos una semana entre ellos.
En el trastorno bipolar tipo I se alternan episodios maníacos, depresivos y mixtos. Este subtipo comienza habitualmente con depresión y es un trastorno recurrente. Los episodios de manía generalmente son de inicio rápido en horas o días, pero pueden evolucionar a lo largo de algunas semanas. Un episodio de manía no tratado puede durar un periodo de 3 meses. El periodo de tiempo entre los episodios disminuye a medida que progresa el trastorno. Sin embargo, después de más o menos 5 episodios, el intervalo interepisódico se estabiliza en unos 6-9 meses. Entre las personas con trastorno bipolar, el 5-15%, tendrán cuatro episodios o más al año y se pueden clasificar como cicladores rápidos.
En el episodio maníaco, típicamente, se va desarrollando durante 1 o 2 semanas un humor eufórico o irritable, junto con otros síntomas como ideas de grandiosidad, disminución de la necesidad de dormir, aceleración del habla e hiperactividad. Los episodios maníacos pueden cursar también con síntomas psicóticos (delirios y alucinaciones) y desinhibición conductual que pueden generar situaciones de riesgo para el propio paciente y las personas de su entorno.
Cuando el trastorno comienza por un episodio depresivo es frecuente que se trate de una depresión leve de semanas o meses de duración, con enlentecimiento psicomotor y/o hipersomnia. Estos síntomas luego evolucionan a manía. Durante el episodio mixto coexisten síntomas de manía como la aceleración del habla, la hiperactividad y las ideas de grandiosidad junto con otros que aparecen en la depresión grave como la desesperanza, los sentimientos de culpa exagerados y la ideación suicida.
En el trastorno bipolar tipo II se alternan episodios depresivos e hipomaníacos; y en la ciclotimia, una forma más leve de bipolaridad, se alternan numerosos periodos de síntomas depresivos que no llegan a alcanzar la intensidad o criterios suficientes de depresión mayor con otros periodos de síntomas hipomaníacos.
Aunque en la actualidad el trastorno bipolar no tiene cura, existen tratamientos específicos cuyo objetivo es controlar la enfermedad en su aspecto de recurrencia, intentando mejorar y prevenir los episodios maníacos y depresivos y mejorar también la cronicidad, intentando que la evolución a largo plazo sea lo mejor posible.
El tratamiento se basará en el uso de fármacos, psicoeducación y psicoterapia en la que se ayuda al paciente a conocer aspectos de la forma de trastorno bipolar que presenta y cómo le afecta a cada persona en concreto. Unas medidas de estilo de vida saludable (regularidad en el horario, cuidar las horas de sueño, evitar el consumo de drogas, realizar ejercicio físico, etc.) ayudan a prevenir y controlar la sintomatología.